Mi miel, mi dulzura


Seguimos con países lejanos y culturas diferentes, o no tanto, porque los tiempos de duelo, cuando mueren personas queridas, no entienden de idiomas, fronteras, ni distancias.
Jadiya es una niña que vive en España (Málaga) con sus padres, y los veranos regresa al poblado para ver a la familia que ha quedado allí, pero sobre todo para estar con su abuela, Zhora, una figura que encarna la magia, el aroma, los sabores, y la gastronomía de su país, Marruecos, y que no duda en deshacerse en halagos y caratoñas con su nieta, cuando están juntas, y a la que suele decir: "Mi miel, mi dulzura, mi perla, mi corazón".

Pero un día de invierno reciben una carta, Zhora ha muerto, y desde allí, desde España, lo único que pueden hacer madre e hija es llorar. ¿Qué si no?. A los dos días Jadiya recibe un regalo muy especial. El caftán que su abuela tejía para ella, para que la recordase siempre, y para que su ausencia, en los inviernos, no fuera tanta. Desde ese momento Jadiya no se lo quita porque vestida con él, efectivamente, recuerda y retiene consigo la memoria de su abuela, pero....

Zhora le ha pedido que ese verano, de regreso al poblado, en la travesía del barco, eché el caftan por la borda, pues la magia, la dulzura, el olor, el amor ya estaban para siempre impregnados en su nieta, la prenda ya no la necesitaría nunca más. Y así lo hizo, y al tirar el caftán a las aguas del mar pudo cantar en su lengua de origen la bella canción que le cantaba su abuela de pequeña:
"Duermete niña, duermete ya, que la comida pronto estará, si no lo está la del vecino te traerá mamá"

Y es que al fin y al cabo todos los cariños, las ausencias, todas las canciones, las historias, no se diferencian mucho unas de otras, aunque sean de culturas diferentes, ¿verdad?.
Las ilustraciones acompañan al texto, sobre todo el color azul, otorgándole una magia especial, una musicalidad diferente a lo habitual.
(Tit: Mi miel, mi dulzura. Piquemal, M; Nouhen, E. Edelvives, 2004)

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