Pájaro de medianoche

 


Esta historia comienza en realidad en el año 1775 con dos enamorados que habían planeado escaparse porque sus familias no estaban de acuerdo con su relación. Agnes y Lowell se llamaban. Habían quedado en verse a una hora determinada junto al lago el último día de julio para escaparse a Boston. Pero…

 "Agnes Early esperó un día, un mes, un año, pero Lowell nunca apareció y dolida por ese abandono maldijo a todos los hombres de la familia Fowler. ¡Que eche a volar y se aleje de mí aún más veloz, si eso es lo que desea! ¡Que tenga alas!"

Y no volvió a escribir nunca nada más en su diario...o tal vez si.

En el presente, Twig Fowler y su madre regresan al pueblo de Sidwell desde Nueva York huyendo de algo de lo que jamás se podrán desprender: la maldición de Agnes Early, la bruja de Sidwell. Pero... ¿la maldición no recaía en los hombres de la familia? ¿Por qué huyen entonces? ¿O es que esconden algo o a alguien?

"La gente de Sidwell dirá lo que quiera, pero no conocen toda la historia, y si somos listas, jamás la conocerán. Cuando volvimos al pueblo desde Nueva York, yo no era la única que iba en el asiento de atrás del coche. Por eso regresamos cuando todo estaba oscuro".

Si, Twig tiene un hermano, James, pero eso nadie puede saberlo nunca. Nadie entendería que no sea un monstruo a pesar de tener unas enormes alas que le hacen volar todas las noches. Es la única manera de sentirse libre.

"Los hombres de la familia Fowler han cargado con la misma maldición desde que Agnes Early hechizó a aquel con el que había de casarse. Ese hombre era Lowell, el bisabuelo de mi bisabuelo. Desconozco qué hizo él que tanto le dolió a ella, pero si conocía los efectos sobre nuestra familia. Este es el secreto que guardábamos, lo que nos aislaba del resto de la gente. Agnes Early desencadenó su hechizo y, desde ese instante, los hombres de nuestra familia han tenido alas". 

Pero James crece, ya tiene diecisiete años y resulta complicado tenerle encerrado en casa. Los nuevos vecinos que se han instalado en la Paloma Lúgubre (la casa donde vivió Agnes Early) tienen dos hijas, Julia y Agate, de la edad de James y Twig y va a ser complicado que ninguno de ellos sepa de la existencia de los otros. Aun mucho menos si Twig trepa a un árbol para cotillear desde lo alto. Si, al final acaba en el suelo con el resultado de un brazo roto. Ese será el comienzo de una relación de amistad pero también el desencadenante de los graves problemas que surgirán más tarde.

Es una encantadora historia de amistad, amor, maldiciones, brujas, monstruos que en realidad no lo son y verdades a medio contar. Donde los deseos se cumplen, porque no podría ser de otro modo en un pueblo en el que la gente todavía cree en la magia. Es una lectura muy entretenida, amable y tierna, pero en la que también hay hueco para hablar del acoso, la indiferencia, el miedo a lo desconocido o la importancia de la conservación de especies únicas como los mochuelos cabezones de color negro. Y con sorpresa final: la receta del pastel de manzana rosa. ¿Se puede pedir más?

Pájaro de medianoche (Alice Hoffman. Alfaguara 2017)



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