De repente en lo profundo del bosque



Esta vez os recomiendo un libro que he sacado de la Sala de adultos de la biblioteca, pero que me ha parecido perfecto para que lo lean los niños, y creo que comprenderéis el motivo.

Maya y Mati son dos niños que viven en un pequeño pueblo donde, desde hace ya muchos años, no hay ningún animal. Ninguno. Ellos nunca los han conocido, y los adultos, que si lo han hecho, optan por dos aptitudes: no quieren hablar de ello, de ellos, se muestran contrariados, molestos, a la defensiva; o bien hablan de su existencia en un tiempo remoto, y no les importa aceptar que les echan de menos, que la vida cuando ellos estaban era...diferente al menos. ¿Mejor? Seguramente. Pero… ¿De verdad que no hay ningún animal? Así es, ni uno. Los niños no saben cómo son las hormigas, ni las abejas, ni los caballos, ni los perros, ni las cotorras, ni.... Nada, ya he dicho. Mati y Maya están empeñados en encontrarlos, en saber la historia, en averiguar que pasó, cuando pasó. Y así es como se internan en lo profundo del bosque...

Hace muchos, muchos años ya, en las tierras de Jerusalén, el desierto, bajo él más bien, debía estar lleno de flores de salvia y cardo, también habría pistachos, robles, y olivos que dabrían cobijo a gorriones, pinzones o currucas. En los montes de Judea habría guepardos, leones, lobos y leopardos que cazarían ciervos rojos, gacelas, orix y asnos salvajes. Hoy casi todas las especies han desaparecido o están en peligro de extinción. Y esta historia que, bien podría ser un cuento, un cuento fatal, no lo es tanto. Así que éste es un libro que habla sobre la intolerancia, el malestar por sentirse diferente, por ser diferente. Habla sobre comportamientos que copian los niños porque se los ven a los adultos. Habla de incomprensión, de miedo, de lo absurdo que es seguir el juego al más patán de los patanes, aún sabiendo que lo es. Habla de la vida de los humanos, incluso cuando dejamos de serlo. Porque si la humanidad nos define, no debería ser la que nos separe, ¿no os parece?

Recomendabilísimo para leer adultos, niños, leérselo a los niños, para luego... practicar, practicar mucho, practicar siempre. Nunca es tarde para cambiar, nunca.
(Tit: De repente en lo profundo del bosque. Oz, A. Siruela, 2006)

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