La chica que leía en el metro

¡Reseña No. 300!


Juliette lleva una vida anodina, rutinaria, ordenada y...un pelín aburrida también. La vida que su madre diseñó para ella. Nada lo suficientemente lejos, ni cerca, ni apasionado, ni vivo. Un trabajo en una inmobiliaria, un estudio pequeño, una vida como tantas otras. Su pasión por la lectura así lo demuestra mientras vive la vida de otros. Amar, viajar, llorar o reír, entre las páginas de las decenas de libros que siempre ha tenido cerca. Siempre lleva un libro, podría leer en el metro, en el trayecto de casa al trabajo, como hacen los otros, esos otros con los que siempre coincide, y a los que observa: una anciana, un bibliófilo, un estudiante de matemáticas, o una joven  que llegando siempre a la página 247 de su novela rosa, llora.
Sus vidas son mejores, al menos eso piensa Juliette, y cada uno de ellos dota de existencia a la suya, a su vacía vida, precisamente porque lo imagina todo sobre ellos y sus vidas, como en los libros.
Hasta que un día decide bajarse en una estación diferente,  para hacer algo distinto. Ese cambio de rutina le hará descubrir un almacén de libros, libros que esperan a sus lectores, como ella quizá. Conocerá a Solimán, el dueño, y a su hijita Zaida. Y ese encuentro casual, el destino, o la Vida (¿acaso no son la misma cosa?) le proporcionará el cambio que ella deseaba: una vida diferente, para siempre.
¿Estará dispuesta a convertirse en la nueva pasante de libros? ¿Cómo podría haber ignorado hasta ese momento que cada libro está destinado a una persona en concreto? ¿Los libros nos escogen? ¿Un libro puede cambiar la vida de una persona...y hacerla mejor?

A pesar de amar con locura los libros, los amantes de la lectura sabemos que hay una vida más allá de ellos, aunque quizá solo sea otra parte, otro modo de ver la vida y vivirla. Los libros y las personas necesitan viajar, como bien dice Leónidas (el bibliófilo)

"Se necesita de todo para hacer un mundo, también un mundo de libros"

Alegrías y penas, ambas forman parte de la rutina diaria, de la vida de todos y cada uno de nosotros, ¿no es verdad?
Quería que la reseña 300 fuera algo especial, y creo que ésta lo es. Elegí este libro porque habla de libros, porque no hay una edad idónea para comenzar a amar la lectura, y porque, a pesar de todo, hay que admitir que más allá de los libros hay más vida pero...ésta es mucho más intensa y divertida con ellos. Las ilustraciones de Nuria Díaz son una chulada y le van como anillo al dedo al texto. No os la perdáis por favor.
(Tit: La chica que leía en el metro. Féret-Fleury, C. Debolsillo 2018)

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