El pequeño bebedor de tinta roja


"Carmela es la pequeña bebedora de tinta de mi vida. Juntos, con una pajita doble, bebemos libros cada vez más gordos y apasionantes...."

Una de esas apasionantes historias será, ni más ni menos, que el cuento de Caperucita roja, sólo que cuando están a mitad de libro, surgen...digamos...problemillas...

"Nada más terminar el primer párrafo, intenté beberme la imagen del lobo que había de la página de la izquierda. Aspiré con todas mis fuerzas, pero sucedió algo increíble y empezamos a encoger..."

Esto de beber libros engancha, y ambos, Daniel y su amada Carmela, se han vuelto un poco ansiosos, lo que les traerá consecuencias. Al parecer, a los bebedores de tinta se les puede beber... ¿quienes?, muy sencillo: los bebedores de los bebedores de tinta, que no son otros que los personajes de los cuentos...

"El lobo y yo estamos hartos de vivir siempre la misma historia. Así que hemos decidido tomar las de Villadiego utilizando la pajita, e ir a respirar el aire de ahí afuera".

De este modo se intercambian los papeles, Daniel y Carmela se ven convertidos en el lobo y en Caperucita, y de esta forma se disponen a vivir un cuento de lo más singular, que les lleva, ¡como no!, hasta la casa de la abuelita, donde la situación, por así decirlo, se complica un poco...

"- ¡El lobo tiene la obligación de comerme y sanseacabó!. ¡Luego te comerá a ti!. Eres un personaje del libro. ¡Obedece a la historia!.
- ¡Yo no soy un personaje de este libro!
- ¡A mi no me vengas con cuentos!. ¡O me comes o te vuelves a tu casa!.

Daniel, es decir, el lobo, acaba desesperado porque, evidentemente, no tiene ninguna intención de comerse a nadie, a su vez Carmela, es decir, Carmelita roja, se desmaya de tanta impresión, y la abuelita se acaba convirtiendo en...

"Que brazos más grandes tienes. Que piernas más grandes tienes. Que orejas tan ridículas y minúsculas. Que ojos tan rojos tienes..."

No os preocupéis, esta historia tiene un final feliz, bueno, al menos eso creo, porque aún no se ha sabido nada sobre los verdaderos personajes del cuento. ¿Estarán aún deambulando por la ciudad de los bebedores de tinta?.

Pero todo esto tiene una explicación:

"- Ocurre a veces que los bebedores de tinta más tragones son aspirados al interior de un libro. Para no quedarse aprisionados en sus páginas, han de mostrarse más fuertes que la historia, transformándola un poquito".

¡Y tanto!. El resultado es divertidísimo, como todos los libros de esta serie (ya sabéis que soy fiel admiradora de las aventuras de este curioso vampirillo).
(Tit: El pequeño bebedor de tinta roja. Sanvoisin, E. Edelvives, 2005)



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