Prospero, le petit marchand de pain


"Había una vez...un pueblecito de mármol rosa y gris cuyo nombre era Regina del Sonno...."

Así comienza este cuento que hará las delicias de los amantes de la música, y que al resto de los mortales también les gustará porque es una historia mágica, sobre un instrumento mágico. Porque de Stradivarius y sus famosos violines todo el mundo ha oído hablar, y si no con echar un vistazo al final de este libro todo arreglado. Porque este libro, editado por el Museo de la Música de París (ya sabéis que de vez en cuando toca recomendación en lengua francesa.... suena tan bonito, n'est-ce pas?) además de un cuento, también ofrece información sobre algún objeto de la colección, y en este caso les ha tocado a los Stradivarius, cinco de ellos se encuentran entre las piezas de este museo. Por supuesto además del libro, también incorpora un CD para escuchar el cuento y la deliciosa música de un violín.

Pero..... ¿se me ha olvidado hablar del cuento en si?...No, paciencia...¿por donde íbamos?.... Ah si!!!! el pueblo se llamaba Regina del Sonno, y en él vivía Don Antonio, cuyo sobrenombre era El Mago, y a cuya tienda, también mágica por supuesto, sólo podía pasar Prospero, el muchacho cuyo pan blanco comía todo el pueblo, y que cada vez prolongaba más el tiempo de su visita, hasta el punto que El Mago le comenzó a enseñar parte de la magia de su oficio, que no era otro que hacer instrumentos musicales, en concreto violines.

Un día un desconocido ataviado con un gran abrigo llamó a la puerta de Don Antonio, y al poco tiempo de estar en su interior, comenzaron a escucharse unas preciosas notas, una melodía maravillosa. Tanto, que palomas y gatos se detuvieron ensimismados, y ni que decir de las personas que no tenían más que oídos para escuchar esa deliciosa música. El auditorio reclamaba a Don Antonio la explicación de ese sonido.

 "Misterio, respondía siempre riendo.

- Es un violín - dijo Prospero"

Y cuando el desconocido fue a pagar su encargo, Don Antonio le pidió que tomara a Prospero como alumno, a lo que el violinista no puso ningún impedimento y sellaron el pacto con un abrazo. Y de este modo comenzó lo que para Prospero sería una nueva vida llena de música, lecciones, instrumentos mágicos, y una gran velada a la que acudiría todo el pueblo para comprobar que las lecciones no habían sido en balde. ¿Había merecido la pena, el esfuerzo y la espera?....Ya lo creo que si.
(Tit: Prospero, le petit marchand de pain. Montagne, A. Actes Sud, 2011)

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