Todo empezó en el Thyssen


“…la gente prefiere lo procaz; como mucho se deja llevar por lo eficiente. Hoy el milagro reside en que con un ordenador puedas intercambiar alguna estupidez con alguien que está en Japón, cuando lo verdaderamente milagroso sigue estando en la belleza, en esas manos, en ese rostro…”

Quien habla de este modo es Saúl, un joven que Susana, estudiante de 2º de la ESO, ha conocido mientras contemplaba el cuadro de Van Eyck, “La Anunciación”, que se encuentra en el Museo Thyssen de Madrid. Y precisamente va a ser ese encuentro fortuito (aunque luego se descubre que no lo ha sido tanto) el que deparará  a ambos una sorprendente historia, conjugando fantasía, trama policiaca e historia de amor juvenil. Una historia tan sorprendente que… no parece muy creíble, debo decir.

Saúl, dice ser Gracián Brull, un aprendiz del taller del pintor holandés, así que efectivamente estamos ante una historia fantástica. Sin embargo éste necesita robar el citado cuadro, del que él ha hecho los primeros bosquejos allá por el siglo XV, para verse libre de una maldición que le ha condenado a vivir eternamente (con lo cansado que eso es), lo que le lleva a negociar con un famoso falsificador, llamado Inge , quién, a su vez, no quiere ni oír hablar de ese tipo de transacciones porque ya ha tenido a la policía siguiéndole los talones, a él y a su mujer, que ahora viven dignamente de una tienda de antigüedades en el rastro madrileño, de ahí la trama policiaca.

Sin embargo lo que toda esta trama oculta es en realidad una historia de amor. El amor que el joven Gracián sintió en su momento por Pauline, la modelo que prestó su rostro a la Virgen del cuadro, y que no es otra que la hija de un noble, por lo que el amor entre ambos es completamente imposible (eran otros tiempos, si). Pero también es la historia de amor que surge con Susana, que le recuerda mucho a la joven holandesa (por eso yo hablaba al principio de casualidad no tan casual).

Así pues, resumamos: un cuadro, una historia de amor, un falsificador ya retirado, un espectro que vaga eternamente, un ejercicio de arte de 2º de la ESO, un robo. Los ingredientes llevan a pensar que la historia es apasionante, ¿verdad?, sin embargo no es así porque los  personajes no son creíbles, no enganchan, la historia en si misma si lo hace, pero los personajes no.

 “ - ¿El Diario de Gracián Brull?. ¿Edición del autor?. Pero Susan, ¿tú estás de guasa?.

- ¿Por qué lo dices?

-  Porque ese libro no existe. No hay datos sobre él en la base de datos de mi librería ni se le conoce en la Agencia Nacional del Libro. Y también porque no conozco a ningún Gracián Brull, y he hecho mis pesquisas. Y porque si existiese el uno y el otro, tú no  tendrías acceso al libro, seguro…"
Sin embargo los datos históricos, la información sobre el modo de pintar de Van Eyck, y el mundo de las falsificaciones del matrimonio Olsen, hacen que merezca la pena leer esta historia, dejando al margen si resulta creíble, o no, que un “joven” del siglo XV y una adolescente, puedan robar un cuadro al más puro estilo Dan Brown.
(Tit: Todo empezó en el Thyssen. Ortega, M.A. Edelvives, 2005)

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